Siembra de Placenta
El significado de sembrar el ombligo, o la placenta de un bebé en la tierra tiene un origen ancestral, y representa el arraigo seguro a una tierra familiar, el lugar de origen, las raíces culturales, el saber volver a un territorio del cual seremos guardianes y nos pertenecemos mutuamente.
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La trascendencia de nuestra placenta y el vínculo con la tierra
La placenta ha ocupado un lugar significativo en diversas culturas indígenas, donde se le atribuyen valores simbólicos y rituales. En muchos pueblos, el ritual de siembra de la placenta se realiza para honrar la conexión entre la madre, el hijo y la tierra. Se cree que al enterrar la placenta, se establece un vínculo sagrado con la naturaleza, asegurando la fertilidad y el bienestar de las generaciones futuras. Además, la medicina placentaria ha sido utilizada en diversas tradiciones, aprovechando sus propiedades nutritivas y medicinales para la salud materna y del bebé. Estos rituales y prácticas reflejan un profundo respeto por el ciclo de la vida y la importancia de la placenta como un puente entre el ser humano y el entorno natural. La placenta, por tanto, es vista no solo como un órgano biológico, sino como un elemento cultural y espiritual esencial.
¿En qué consiste una ceremonia de siembra de placenta?
De la mano de una partera o de una doula especialista en medicina placentaria, recuperamos la placenta de bebé, misma que, si así lo decides, primero será empleada para extraer los nutrientes que como mamá necesitas para tu recuperación durante la primera cuarentena a partir de la fecha de parto. Además la placenta es tomada con mucho respeto y amor, pues de ella se estampa una huella cuya impresión se conserva como un legado visual primoroso que acompaña a bebé a lo largo de su vida, una imagen que conjuga un lenguaje transpersonal, nosotras pensamos que es sí mismo un oráculo. Del cordón umbilical se teje un atrapasueños. Los tejidos restantes serán los que ofrendaremos en la tierra para su siembra.
En el plazo esos 40 días, comprendemos que mamá está en un portal adaptativo y que en ocasiones no se tiene la disposición mental o emocional para sostener un evento ceremonial adicional al mismo parto, por lo que es posible congelar el tejido placentario y umbilical remanente, en un refractario de vidrio en la nevera por debajo de los -3 grados centígrados.
Mientras tanto, la comunidad que sostiene a mamá, o su compañero de vida, puede elegir una maceta muy grande y profunda, o ambos elegir un espacio de tierra que tenga un significado para la familia, puede ser la tierra familiar, el jardín de la casa particular, o un espacio que represente un santuario de paz y conexión espiritual para la familia. En todo caso, recomendamos que sea un tierra propia a la que bebé, pueda acceder voluntariamente a lo largo de su vida.
La familia elige un árbol
Ya sea un árbol bebé que se plantará y sembrará en compañía de la placenta, o al pie de un árbol antiguo que custodia ese territorio, se cava un hoyo profundo (al menos 2 metros de profundidad), y entregamos la placenta a la tierra con humo de copal, semillas, cuarzos, agua y flores. Cubrimos con la tierra y el arbolito. Cantamos a su destino y colocamos los piecitos de bebé sobre la tierra para que conecte con su energía. En familia elevamos un rezo y si vamos en comunidad, colocamos listones de colores en las ramas con nuestras nobles intenciones para bebé.